China promete contrarrestar los aranceles “intimidatorios” de Trump mientras se intensifica la guerra comercial global
Por John Liu y Simone McCarthy, CNN
China ha prometido contraatacar después de que el presidente Donald Trump anunciara nuevos e importantes aranceles a sus exportaciones a Estados Unidos como parte de su reforma radical de un siglo de política comercial global estadounidense.
Trump reveló este miércoles que impondrá aranceles del 54% sobre todas las importaciones chinas a Estados Unidos, en una medida que busca impulsar un importante restablecimiento de las relaciones y escalar una guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo.
“China se opone firmemente a esto y tomará contramedidas decididamente para salvaguardar sus propios derechos e intereses”, dijo el Ministerio de Comercio de China en un comunicado este jueves por la mañana.
El ministerio criticó la medida, que es una pieza central en el esfuerzo de Trump por reformular las reglas del comercio internacional, como una “práctica típica de intimidación unilateral”, al tiempo que instó a Estados Unidos a cancelar los aranceles y “resolver adecuadamente las diferencias con sus socios comerciales a través de un diálogo igualitario”.
“Estados Unidos ha establecido los llamados ‘aranceles recíprocos’ basándose en evaluaciones subjetivas y unilaterales, lo cual es incompatible con las normas del comercio internacional y perjudica gravemente los derechos e intereses legítimos de las partes pertinentes”, señala el comunicado.
El anuncio de Trump del miércoles añade un 34% de los llamados aranceles “recíprocos” a los aranceles existentes del 20% sobre todas las importaciones chinas a Estados Unidos. Desde su regreso al poder en enero, Trump ya había impuesto dos tramos de aranceles adicionales del 10% sobre todas las importaciones chinas, lo cual, según la Casa Blanca, era necesario para frenar el flujo de fentanilo ilícito desde el país hacia Estados Unidos.
Beijing respondió a esos gravámenes con rapidez, pero con moderación, e impuso aranceles de represalia a una variedad de importaciones estadounidenses, incluidos productos agrícolas y combustible, al tiempo que tomaba medidas contra ciertas empresas estadounidenses y reforzaba los controles a las exportaciones.
“Siento un gran respeto por el presidente Xi (Jinping) de China, un gran respeto por China, pero se estaban aprovechando enormemente de nosotros”, dijo Trump durante su discurso de aproximadamente una hora en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca el miércoles. “Entienden perfectamente lo que está sucediendo y… van a luchar”.
Trump anunció por separado aranceles adicionales del 10% a todas las importaciones a Estados Unidos y una serie de medidas específicas para cada país que afectarán particularmente a los países asiáticos, sacudiendo los mercados y las empresas de todo el mundo.
Ben Schwall, cuya firma de gestión de la cadena de suministro STG Consultants asesora a empresas en sus estrategias para China y Asia, dijo a CNN que las cadenas de suministro industriales no podían seguir el ritmo de los cambios de política “rápidos”.
“Solo desearía que tuviéramos una visión más amplia para saber qué va a pasar, cuál es el verdadero plan”, dijo.
Los aranceles mínimos del 54% que Trump impuso a China son más altos que lo que muchos analistas esperaban y podrían transformar fundamentalmente las relaciones entre las dos economías después de décadas de interdependencia.
Los desafíos son múltiples para las empresas con cadenas de suministro arraigadas en China, que ahora se encuentran en dificultades debido no solo a los gravámenes inesperadamente altos de Estados Unidos a las importaciones chinas, sino también a las de otros países asiáticos.
Para eludir los aranceles vigentes, algunas empresas chinas y multinacionales han trasladado su producción a otras partes de Asia. Sin embargo, los nuevos aranceles de Trump sobre otros países asiáticos, anunciados el miércoles, también perjudicarán a China: Vietnam se enfrenta a aranceles del 46% y los productos camboyanos tendrán un arancel del 49%.
Schwall dijo que había trabajado como un “loco” durante los últimos seis meses para ayudar a los clientes a diseñar planes para trasladar las cadenas de suministro fuera de China, asumiendo que esto se alineaba con los objetivos de la Casa Blanca.
Pero los nuevos aranceles enormemente elevados de Trump a países del sur y sudeste asiático como Vietnam y Camboya, donde muchas empresas han trasladado al menos parte de su producción desde China, han cambiado todo el cálculo, dijo.
“Ahora es como si alguien hubiera dado vuelta la mesa. Las cartas salieron volando y no sé qué hacer”, dijo, lamentando los repentinos cambios en la política estadounidense que dificultan la planificación. “Todos se quedarán en China o regresarán a China, así que en realidad el ganador de todo esto es China”.
Para Greg Mazza, propietario de una empresa de iluminación con sede en Danbury, Connecticut, cuyos productos provienen principalmente de China, esas dinámicas plantean preguntas difíciles sobre cómo guiar su negocio hacia adelante.
Hasta ahora, Mazza solo había aumentado sus precios alrededor de un 5%, en lugar de trasladar el costo total de los aranceles impuestos por el Gobierno de Trump a principios de este año a sus clientes.
Pero cree que “el consumidor estadounidense no va a ser capaz de absorber” el impacto económico que suponen los nuevos aranceles generalizados, mientras que los proveedores y dueños de empresas que planeaban diversificar sus cadenas de suministro en otras partes de Asia van a tener dificultades.
“La gente va a replantearse su enfoque y dirá: ‘O trato con China o intento empezar a fabricar productos en Estados Unidos’, lo cual no creo que sea viable ahora mismo”, dijo. “La economía en su conjunto podría verse tan afectada que eso ni siquiera pueda suceder”.
Nick Marro, economista principal para Asia de la Economist Intelligence Unit, dijo que los nuevos gravámenes podrían obligar a las empresas con negocios en China a reevaluar la práctica de mantener operaciones en el país, incluso cuando ingresan a otros mercados para diversificar sus cadenas de suministro.
“China está muy inserta en las redes de producción globales, que abarcan desde bienes terminados hasta productos intermedios e incluso el abastecimiento de materias primas, por lo que este no será un proceso fácil ni sencillo”, afirmó.
Las últimas medidas “realmente van a reenfocar la cuestión del desacoplamiento económico entre Estados Unidos y China”, dijo, y agregó que las extensas quejas de Estados Unidos en torno al modelo económico y las políticas de Beijing también podrían significar que Estados Unidos no ha terminado de imponer aranceles a China.
Estados Unidos ya tenía impuestos sobre importaciones chinas al país por valor de cientos de miles de millones de dólares.
Muchos de esos aranceles eran remanentes del primer mandato de Trump, cuando lanzó su primera guerra comercial con China, que resultó en un acuerdo comercial de “fase uno” que, según los analistas, Beijing nunca implementó por completo. Posteriormente, el Gobierno de Biden incrementó los aranceles sobre algunos productos chinos adicionales, e incluyó una tasa del 100% para los vehículos eléctricos el año pasado.
Esta vez, es probable que China responda con precisión, dicen los analistas.
“En lugar de una represalia generalizada, esperen una estrategia de presión calibrada: nuevos aranceles a exportaciones estadounidenses políticamente sensibles como la agricultura y la maquinaria industrial, un uso ampliado de la ‘Lista de entidades no confiables’ para atacar a empresas estadounidenses de alto perfil y controles selectivos a las exportaciones de insumos críticos”, dijo Craig Singleton, miembro sénior de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con sede en Estados Unidos.
“Si (el líder chino Xi Jinping) se niega a dialogar, la presión se intensifica. Si se involucra demasiado pronto, corre el riesgo de parecer débil. Ninguno de los dos líderes quiere que se lo vea como el primero en ceder, pero una demora podría profundizar el estancamiento”, añadió.
Los aranceles también llegan en un momento difícil para la desaceleración de la economía china. En las últimas semanas, los funcionarios intensificaron sus esfuerzos para estimular el débil consumo interno mientras se preparaban para una guerra comercial cada vez más extensa.
“La atención ahora mismo se centrará en si las autoridades chinas pueden reequilibrar la economía con éxito”, declaró Marro, de EIU. “Va a ser difícil, porque con este shock de las exportaciones, probablemente veremos un impacto depresivo en la producción y la confianza, factores que podrían desanimar a los consumidores chinos y socavar esa estrategia de reequilibrio”.
Pero, a medida que la radical medida de Trump sacude las relaciones económicas de Estados Unidos, tanto con amigos como con enemigos, Beijing puede ver algún rayo de esperanza, dicen los analistas.
En las últimas semanas, Beijing ha lanzado una ofensiva de encanto buscando mostrarse como un campeón del comercio global y un socio confiable para empresas y países desde el este de Asia hasta Europa.
Dado que Estados Unidos se está convirtiendo en un “socio impredecible”, es probable que economías del este asiático como Japón, Corea del Sur y Taiwán reevalúen sus relaciones con Estados Unidos, lo que potencialmente podría beneficiar a China, según Jason Hsu, miembro sénior del Hudson Institute, un grupo de expertos estadounidense, y exlegislador en Taiwán.
“Japón y Corea, las economías más grandes, aún no están en posición de tomar represalias contra Estados Unidos, pero lo que podrían hacer es desarrollar discretamente una relación con China para reanudar el contacto y reevaluar las oportunidades del mercado chino”, dijo.
Y como los fabricantes chinos pueden ver cada vez menos vías para que sus productos ingresen a Estados Unidos, eso solo pondrá más énfasis en que Beijing continúe diversificando sus propios mercados.
Las medidas anunciadas por Trump el miércoles suponen “una disociación bastante severa entre los dos países”, afirmó Wang Dan, director del equipo de China de la consultora Eurasia Group.
“Pero esto no significa que China se desvincule del resto del mundo (…) simplemente significa que su destino final tendría que trasladarse de Estados Unidos a otros lugares, como Europa, Latinoamérica, África, etc., la gran Asia”, dijo. “Y eso no será un fenómeno a corto plazo. Será un fenómeno a largo plazo”.
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David Goldman de CNN contribuyó con este reportaje.