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Un Messi voraz, letal y con instinto depredador conquista Estados Unidos

Análisis de Hugo Manu Correa, CNN en Español

Lo lleva en su sangre. Ama competir. Cuando el río viene picado, cuando el partido definitorio pende de un hilo, allí el genio frota su lámpara. Messi jugó el partido que definía la MLS Cup ante el bravo Vancouver Whitecaps con la mirada felina, con concentración absoluta, y con el imán para condensar que el partido gire en torno a su talento. Esto le valió a Inter Miami, y al propio icónico jugador argentino, conquistar la gloria en el fútbol de Estados Unidos.

Inter Miami acuñó un sueño y, para explorar ese objetivo máximo, fue en búsqueda del mejor “atrapador de sueños”. Es Lionel Messi, con el que las Garzas lograron su primer título de MLS Cup. El rosarino fue voraz, determinante, y jugó toda la temporada con ese instinto que a los 38 años lo tiene tan vigente como siempre. Atrapó su título 47 en una temporada en la cual marcó la friolera cifra de 43 goles y 26 asistencias en la MLS.

Messi posee varias jugadas posibles en cada situación. Ya no le es posible sacarse rivales de encima con el desparpajo de antaño, pero sabe hacer del engaño, de la distracción y de su astucia el arma para quebrar a un rival. Ello se vio en el minuto 8 cuando anestesió rivales, alargó para De Paul, quien habilitó para Tadeo Allende. Su centro buscaba a Silvetti. La mala fortuna para el Vancouver hizo que el colombiano Éder Ocampo hiciera posible el 1-0 para las Garzas, pero la jugada olía a gol desde que Messi orquestó la trampa.

“La fe es la creencia en el advenimiento de lo imposible”, dice un viejo refrán. Messi lo refleja siempre en momentos determinantes de bravos duelos. Este sábado el partido lo tenía seriamente complicado. El supercompetitivo Vancouver Whitecaps lo había empatado. Tenía más determinación en su juego. Lucía más fresco de piernas. Y con control territorial, con más posesión del balón y jugadas de riesgo, se sentía con las armas para ganar. Ese fue el primer error. Subestimar inconscientemente a un supercampeón de varias batallas en sus piernas, en su mente y un corazón que no se rinde nunca. Al minuto 70, el Vancouver salió relajado desde el fondo, y Messi estaba al acecho. Capturó el balón y sacó el aguijón que lo clavó en la presa de su rival. De Paul se encargó de terminar la faena para el 2-1.

Mano de Piedra Duran eternizó lo de “viejo es el viento y todavía sigue soplando”, y vaya si eso quedó plasmado este sábado bajo el sol de Florida. El Inter Miami lo quebró anímicamente al sacarle el balón, al frenar el partido, al llevarlo a su juego. El rival languidecía. Quería, pero no podía. Messi sabe que las finales no solo se ganan con goles. Se conquistan cuando logras quebrar al rival en su mente. La pulga rosarina amontonó a dos jugadores sobre la línea. Les mostró el menú de todo lo que podía hacer. Prendió la baliza para un lado. Fue para el otro. Se disparó sobre la línea de fondo, dejando clavados a dos rivales, y encaró hacia el área. Solo milímetros separaron el balón de una asistencia para gestar otra diana. No fue gol, pero sí lo fue para quebrar a un rival, que depuso armas y se fue del partido.

En el minuto 95, Jordi Alba le puso con su guante una pelota al “mesías del fútbol”. Su pecho le dio un pase a su pie izquierdo, que no lo dejó picar, pues ese suspiro hacía quedar en offside a su compañero Allende. El joven incendió el momento con el gol, rompió la red y la final fue toda del Inter Miami. Y lo logró, con un Messi que hizo girar a la perfección a su alrededor. Cristalizó esta verdadera hazaña en poco más de dos años de haber llegado al país del soccer que lo transformó en fútbol. Este sábado se vio de qué está hecho un verdadero campeón, lo que es ser un competidor nato y de qué va a ser un soñador de lo imposible, que a cada paso se encarga de lograr gestas increíblemente posibles.

Su biología dice que tiene 38. Su alma, que tiene una lozanía que desmiente el paso del implacable tiempo. Lo que no mienten son sus 47 títulos y un 2025 que lo cierra con 63 contribuciones de gol.

“Pudimos conseguir la Leagues Cup apenas llegamos; este año hicimos un gran año en todas las competiciones que nos tocó jugar. Llegamos a una final de Leagues Cup nuevamente, jugamos una semifinal de la Concachampions”, declaró con el trofeo que lo acreditaba como el Jugador Más Valioso (MVP, por sus siglas en inglés) del duelo que le valió el título al equipo de Florida.

Fue un partido cargado de simbolismos. Un partido en el que dos compadres, compañeros de muchas batallas memorables en el FC Barcelona, y que se sumaron a esta excursión en la tierra del tío Tom, Jordi Alba y Sergio Busquets, cerraron el ciclo de sus brillantes carreras profesionales.

“Feliz por lo que conseguimos, por ellos”, dijo. “La verdad que terminen su carrera de esta manera es muy lindo para todos, se lo merecían después de lo que fueron como jugadores, entre los más grandes de la historia, cada uno en su posición, con toda la carrera que tuvieron, con todos los títulos que ganaron y que puedan retirarse con esta MLS”, les rindió homenaje a jugadores que se les vio tan emocionados como pletóricos de felicidad.

Con el Mundial 2026 de la FIFA que está a la vuelta de la esquina en el país que lo recibió con los brazos abiertos, y que la leyenda del balompié respondió con su clase magistral de siempre, todo el universo del futbol —y más allá del deporte también— está pendiente de la confirmación verbalizada de Messi para saber si confirmará que jugará su sexto mundial.

Este sábado el que habló fue su cuerpo, su mente aguda y esa alma incansable con espíritu amateur que sigue marcando el curso de sus sueños. “Los campeones no se hacen en el gimnasio. Los campeones nacen con algo que llevan muy adentro: un deseo, un sueño, una ilusión”, dijo Muhammad Ali.

Lionel Messi gestó otra hazaña con ese fuego incombustible que ha marcado su extraordinaria carrera futbolística. Este sábado, la camiseta rosa de Inter Miami se llenó de gloria y mira a todos desde arriba en la MLS. Allí, en lo más alto, también está la camiseta que más quiere, la albiceleste con la cual logró la gloria máxima en Qatar 2022. Hoy su arte dijo algo muy claro, fuerte y elocuente: “Sigo con el ‘Ojo de Tigre’”. Continúo lleno de plenitud, para buscar “otro deseo, otro sueño, otra ilusión”.

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