Tres miembros de la OTAN siguen dependiendo de Rusia para gestionar su red eléctrica. Están a punto de desconectarla
Por Sebastian Jimenez, CNN en Español
“¿Cómo prepararse para un corte de energía?”, se lee en la publicación de Facebook de la Junta de Rescate de Estonia, la agencia de defensa civil del país. La imagen muestra a una mujer joven sosteniendo un banco de energía sobre una mesa llena de botellas de agua, una linterna y otros suministros de emergencia.
Estonia, junto con otros Estados bálticos como Letonia y Lituania, está contando los días para finalmente librarse de uno de los últimos vestigios de 50 años de ocupación soviética: una red eléctrica controlada por Rusia.
Preparar a la población para lo que la mayoría ve como el escenario improbable de cortes de energía es la etapa final de un proyecto que lleva años. “Todo debería fluir sin problemas”, se lee en la publicación de la junta de rescate, “pero pueden surgir situaciones inesperadas… ya sea por las acciones de nuestro vecino hostil del Este, condiciones climáticas inesperadas o fallas técnicas”.
“Esos riesgos son en realidad bastante bajos en este momento”, dijo a CNN Vootele Päi, asesor del Ministerio del Interior de Estonia, y agregó que, de todos modos, están tomando previsiones para todas las posibilidades.
Los países bálticos se han estado preparando para este momento durante casi las dos décadas desde que se unieron a la Unión Europea y la OTAN, en 2004. Han renovado la infraestructura existente y construido nuevas líneas eléctricas, incluidos varios cables submarinos a Finlandia y Suecia y un enlace terrestre crucial a la red europea continental, la línea LitPol que une Lituania y Polonia.
Eso significó que solo unos meses después de que Rusia lanzara su invasión a gran escala de Ucrania, en 2022, los tres países pudieran dejar de comprar electricidad a Moscú.
Pero Rusia todavía tenía el control total del funcionamiento de la red, equilibrando la oferta y la demanda y manteniendo la frecuencia, dijo Susanne Nies, directora de Proyectos en el instituto alemán de investigación energética Helmholtz-Zentrum. Y, en otro vestigio de la época soviética, todavía brindaba estos servicios de forma gratuita.
“El gran riesgo era que los países bálticos, en el contexto de la guerra de Ucrania, se encontraran en una situación en la que Rusia, de un segundo a otro, simplemente dijera ‘Basta. Ya no los ayudamos’”, dijo Nies a CNN.
Hace seis meses, los países bálticos notificaron oficialmente a Rusia su intención de “desincronizarse”, por lo que el 7 de febrero expirará el llamado acuerdo BRELL (Belarús, Rusia, Estonia, Letonia, Lituania) que rige la red compartida.
El 8 de febrero, Estonia, Letonia y Lituania se desconectarán simultáneamente de esa red, momento en el que tendrán que funcionar brevemente como una “isla”, sobreviviendo solo con la electricidad que producen. El 9 de febrero, planean sincronizar su red recientemente independiente con el Área Sincrónica de Europa Continental, que cubre la mayor parte de la Unión Europea.
Es un momento altamente simbólico. Fuera del Museo de Energía y Tecnología en el centro de la capital de Lituania, Vilna, un reloj de cuenta regresiva ha estado marcando los últimos 100 días hasta la “independencia energética”. “Esta es la ruptura definitiva con su ocupación de la era soviética”, dijo Jason Moyer, analista de Política Exterior del Wilson Center, un grupo de expertos en Washington. “Psicológicamente, este es un gran paso adelante”.
El proyecto ha implicado una inversión significativa, la mayor parte de la cual provino de la Unión Europea, que ha otorgado subvenciones por un valor de más de US$ 1.200 millones. Pero para los países bálticos, el precio de permitir que Moscú mantuviera esa influencia sobre su red eléctrica era demasiado alto. “Entendemos bastante bien que la energía rusa barata siempre tiene un precio que ningún país europeo democrático debería poder permitirse”, dijo Päi.
Y para que no haya dudas sobre su determinación, el año pasado el operador de la red de Lituania, Litgrid, comenzó a cortar viejos cables soviéticos que formaban conexiones con Belarús para que las líneas pudieran reutilizarse.
La compañía dijo a CNN que incluso envió partes de una línea eléctrica desmantelada a Ucrania para ayudar a reconstruir su infraestructura energética dañada, una medida que fue tanto práctica (la red de Ucrania también se construyó en la era soviética, por lo que utiliza gran parte del mismo equipo) como emblemática del riesgo geopolítico que sustenta todo este proyecto.
“No hay ningún escenario en el que permanezcamos conectados a la red eléctrica rusa”, dijo el director ejecutivo de Litgrid, Rokas Masiulis, a CNN en comentarios enviados por correo electrónico.
La pregunta que ahora atormenta a los líderes bálticos -algunos de los opositores más vocales de la guerra en Ucrania y algunos de los donantes más generosos (como porcentaje del PIB) a las Fuerzas Armadas ucranianas, es si Rusia intentará explotar el momento de desconexión, ya sea mediante sabotaje físico u otra táctica híbrida como ciberataques o desinformación.
De hecho, Ucrania se había desconectado de la red rusa para una prueba apenas horas antes de que Rusia lanzara su invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022. Nunca se volvió a conectar.
Rusia ha demostrado estar más que dispuesta a utilizar el suministro eléctrico como arma, no solo mediante repetidos ataques a la red energética ucraniana, sino también mediante su ocupación durante casi tres años de la planta nuclear de Zaporiyia, que antes de la guerra proporcionaba aproximadamente una quinta parte de la electricidad de Ucrania.
Para Rusia, la pérdida de influencia sobre los países bálticos, antiguos vasallos soviéticos, es una derrota geopolítica, dijo Moyer, y agregó: “Creo que esto realmente demuestra que Rusia está perdiendo influencia en la región”, una que era “tradicionalmente más receptiva a los negocios rusos”. El Kremlin se negó a hacer comentarios, señalando únicamente que Rusia había tomado todas las medidas necesarias para garantizar el “funcionamiento ininterrumpido y confiable de nuestro sistema energético unificado”.
Los funcionarios de los países bálticos no están arriesgándose. Se está reforzando la seguridad en las instalaciones energéticas de toda la región. “Formalmente, Rusia se está tomando esto con calma”, dijo el ministro de Defensa de Lituania, Dovilė Šakalienė, a CNN en una entrevista desde Vilna. “Pero… nuestra experiencia previa muestra que lo que dicen y lo que hacen no necesariamente coinciden”.
“Estamos aumentando nuestros esfuerzos de vigilancia, estamos aumentando nuestras medidas de seguridad adicionales y… vamos a observar esto con ojo de halcón”, dijo Šakalienė.
Päi, asesor del Ministerio del Interior de Estonia, dice que el Gobierno de Tallin está reclutando policías adicionales, así como guardias voluntarios de la Liga de Defensa Nacional para proteger la infraestructura crítica, comparando la escala de la operación de seguridad con la de recibir al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en enero pasado. “Pero eso solo estaba ocurriendo en Tallin”, dijo a CNN. “La red eléctrica está por toda Estonia”.
La OTAN ha establecido una nueva misión para proteger los cables submarinos en el mar Báltico, después de que el Estlink 2, una parte crítica de la infraestructura eléctrica postsoviética del Báltico, sufriera daños el día de Navidad, el último de una serie de incidentes que implicaron la interrupción de la compleja red de cables que cruzan el fondo del mar Báltico.
Los operadores de la red en Finlandia y los Estados bálticos aseguraron a los clientes en los días posteriores que los suministros estaban asegurados. Pero los precios de la electricidad subieron a fines de diciembre y las reparaciones, según las autoridades finlandesas, demorarán hasta agosto.
Finlandia sigue investigando el incidente, pero la Policía ha detenido un barco que transportaba productos petrolíferos rusos, sospechoso de arrastrar su ancla a través del cable. La semana pasada, un abogado que representa al propietario del barco calificó de “tonterías” cualquier acusación de sabotaje.
“Nuestra infraestructura energética crítica está ahora en un punto muy sensible”, dijo Šakalienė a CNN. “Y pensar que esta serie de incidentes están sucediendo justo antes de que nos desconectemos de la red rusa. De nuevo, una coincidencia más, ¿en serio?”.
Una zona que ni la OTAN ni los países bálticos pueden vigilar es Kaliningrado. El pequeño enclave ruso situado entre Lituania y Polonia tendrá que funcionar ahora como una “isla” eléctrica, y aunque Rusia ha llevado a cabo múltiples pruebas exitosas de su capacidad para hacer frente a la situación, los expertos no descartan una acción deliberada por parte de Moscú para avivar las tensiones.
“Rusia podría incluso provocar un apagón falso en la región y decir ‘Oye, Kaliningrado, esto es incluso el resultado de la sincronización del Báltico’”, dijo Nies. Nies cree que Rusia podría acusar a los países bálticos de sumir en la oscuridad al millón de habitantes de Kaliningrado y utilizar eso para obtener concesiones y evaluar el deseo de la OTAN de acudir en ayuda de su flanco oriental.
La OTAN no respondió a una pregunta de la CNN sobre Kaliningrado, un funcionario simplemente dijo que la decisión de los países bálticos de desincronizarse de la red rusa era un “paso bienvenido” que “fortalecería su independencia energética”.
El riesgo puede ser mayor ahora, con una nueva administración en Washington que es crítica con la OTAN y está decidida a poner fin a la guerra en Ucrania. “[Los rusos] quieren ver si la OTAN está viva, y ¿dónde la ponen a prueba sino en los países bálticos?”, dijo Nies.
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